¿Te has puesto a pensar que de las principales etapas de cambios en la
vida de la mujer (prepuberal 0-10, puberal 10-13-, fértil 14-35,
postmenopáusica 45-70 y tercera edad 70…) vivimos la mayor cantidad de años en
el período postmenopáusico?
Eso es algo en lo que no pensamos, y es por eso que resulta tan
importante prepararnos para aprovechar al máximo esta etapa y prevenir sus
posibles complicaciones, hasta donde sea posible. Las estadísticas muestran que
en Europa el 57% mujeres entre 45 y 65 años tiene una enfermedad crónica y el
23% una patología discapacitante, siendo una población que se preocupa por su
salud. Como yo no quiero estar en ese grupo sino en el 53% sano y feliz, he
buscado información.
Nuestro cuerpo tiene desventajas en relación al de los varones, dado que
pasa por procesos exclusivos como la menstruación, el embarazo y la menopausia,
los que ocasionan cambios, dado que las alteraciones hormonales afectan la
salud de la mujer en cada etapa de su vida, incluyendo nuestra capacidad de
absorber y responder a algunos medicamentos y nuestro sistema reproductor nos
regala la posibilidad de enfermedades exclusivamente femeninas como la
endometriosis, los fibromas uterinos, entre otras.
El ejercicio, practicado de forma regular y constante, es de especial
utilidad para nuestra salud, es decir, de las mujeres de “sin cuenta”. ¿Por
qué? Porque disminuye en 50% el riesgo de problemas de salud al ayudar a
eliminar las toxinas y los agentes cancerígenos, induce cambios en las
prostaglandinas y otras cosas de ese tipo que nos causan problemas, nos ayuda a luchar contra la grasa corporal (esa que llega y nunca se va), y favorece la producción de la insulina (previene la diabetes) entre otros factores.
Ejercicio como caminar, hacer bicicleta, aeróbicos, pilates o salir a trotar, 4
veces por semana, ayuda a controlar el aumento de peso-grasa corporal y a
nivelar tu metabolismo basal, que en la mujer disminuye en un 5-7% cada cinco
años después de los 40, mejora tu estado de ánimo y te genera una sensación de
bienestar importante.
El ejercicio nos ayuda también a estar más flexibles y
mantener en mejores condiciones las articulaciones (esas que cuando comienzan a
doler te hacen la vida de cuadritos) y protegen tu sistema cardiovascular
fomentando efectos benéficos sobre la presión arterial, sin
mencionar su efecto como prevención de la osteoporosis, un mal que afecta a
casi el 50% de las mujeres en esta etapa.
Aunque no lo hayas practicado antes, es importante que reconozcas que el
ejercicio físico es imprescindible para ti ahora, en esta importante etapa, y te ayudará a alejar a
esa malvada destruye-hogares (no, no me refiero a la “otra” sino a la
depresión).
Si tienes dudas sobre tu capacidad física, consulta a tu
médico que revisará tus condiciones actuales y te ayudará a encontrar la mejor
actividad para ti. Podrás iniciar con algo muy ligero e ir aumentando
gradualmente con el tiempo, pero... comienza a moverte ¡ya!
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