lunes, 21 de noviembre de 2016

El ácido hialurónico: mitos y realidades

Las mujeres siempre andamos a la búsqueda de recetas que nos ayuden a combatir el envejecimiento, especialmente cuando debemos contraatacar las consecuencias que la edad y la menopausia trae consigo (flacidez, arrugas, falta de vitalidad en la piel, mala circulación, resequedad vaginal, etc.). Afortunadamente no a todas les sucede lo mismo, a unas más, a otras menos, pero si a ti te afecta en alguna medida... sigue leyendo.
Una de las sustancias más populares, por su alta efectividad y casi nulos efectos contrarios, es el ultrafamoso ácido hialurónico, una sustancia que es parte de  nuestro organismo (está presente en numerosos tejidos y órganos, como los cartílagos o la piel), y que vamos perdiendo con el paso de los años, lo que provoca pérdida de volumen y firmeza en nuestra piel, especialmente en el rostro, y la aparición de las odiosas arrugas.
El ácido hialurónico suele ser cristalino y pegajoso (en su forma natural en el cuerpo y en su forma sintética), y entre sus propiedades está el poder aumentar su tamaño mil veces al recibir agua, lo que le da un gran poder de rehidratación de tejidos.