martes, 8 de diciembre de 2015

La paciencia en los 50: ¿bendición o castigo?

Con los años hay cosas que hago mejor, otras que no hago tan bien y unas más que no tengo la menor intención de hacer.  Si bien los más jóvenes nos consideran poco adaptados a la modernidad (porque no tenemos 10 pulgares y escribimos  los mensajes de whatsapp con tildes y comas), creo que soy parte de una generación que se ha adaptado a muchos cambios y lo ha hecho la mar de bien.
En lo personal, sigo adaptándome, ahora que soy una abuela que ve crecer a su nieto de cuatro mientras aún tengo una hija menor en la escuela, un hijo mayor aún en el nido familiar, un esposo con todo lo que eso lleva consigo....y sigo adaptándome a todo ello y sus propios cambios.
Después de pasar por la menopausia y sus estragos, entre ellos los calores que aún no me dejaron del todo pero que, gracias a Dios, no me visitan tanto, he sufrido mi parte y para aminorar los daños he realizado muchos cambios en mis hábitos y hasta en mi comportamiento. Sin embargo, para seguir en este escenario cambiante si morir en el intento, reconozco que he debido desarrollar una cualidad  en proporciones gigantescas: la paciencia.
Sí, y para situaciones  diversas y a veces contrarias.